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Luego estuve en Picanya, en el Maig Literari, en donde como ya os dije me dieron el Premi Llig Picanya y unas horas de gran disfrute con el personal. Se lo dije a todos, cuando agradecí el premio: lástima que no me lo puedan volver a dar, porque fue mágico y maravilloso sentirse aplaudida y arropada por los asistentes. Y Carmen Amoraga, reina: conocía tu vena literaria, suavemente melancólica, pero mientras estuvimos juntas aprecié además tu sorna. Gran mujer, la Amoraga. Dale las gracias al hombre que te salvó de las consecuencias de la mudanza, Fernando, con su mano de artista para la gastronomía. Qué de sabores auténticos. Eso, y los sentimientos. Por todo ello, mi gratitud. Y tengo para mí que vivir en Picaya es una suerte, mira tú.
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